Homilía
Domingo 14º de tiempo ordinario B
8 de julio de 2012

Primera lectura: Ezequiel 2: 2-5
Salmo responsorial: 123:1-2, 2, 3-4
Segunda Lectura: 2 Corintios 12: 7b-10
Evangelio: San Marcos 6:1-6

Decir la verdad

Profetizar no significa pronosticar el futuro por leer las entrañas de una gallina, sino decir la verdad de hoy que Dios nos quiere comunicar. Los profetas sufren por la opinión pública. Ezequiel salió del clericalismo para retar a Israel. Pablo andaba perseguido y en cadenas. El Bautista fue considerado loco y Jesús inútil o borracho por sus paisanos. Sin embargo, a pesar del conflicto, el aceite bautismal llama hasta a nuestro hijo más pequeño a ser profeta.

El profeta no sale a la ciudad de un santuario perfumado, sino de una visión que exige justicia, amor y compasión como parte esencial de la vida humana.
Los profetas modernos también molestan porque nos exigen lo que no queremos dar. La lucha del Consejo Urbano a favor de las familias sin casa hace nerviosos a los consejales del alcalde y a nosotros. Sin duda, losmédicos que sirven en las clínicas médicas de los campesinos californianos confunden a los administradores de la Asociación Médica.

Todos estos han tocado el pueblo con una verdad. Sin embargo, preferimos no escuchar lo que nos dicen ni ser forzados a responderles de cerca. Sin embargo, la verdad es como el agua, toda bendita si no le metemos veneno. Al oír la verdad, la gente responderá. Y si se trata de una verdad no hablada por mucho tiempo, nos traerá flores y comida para los a quienes más falta hacen la belleza y el alimento.

El don más rico de Dios es nuestra propia vida relacionada a los demás. Ella se llama "gracia" porque trae consigo los elementos de gratitud y compañerismo. La profecía proclama la importancia de toda vida, pero también exige algo diferente según las actitudes positivas o negativas de la misma sociedad. En el tercer capítulo de Eclesiastés, Dios asevera que no habrá futuro para el pueblo israelita exiliado e incapaz de desarrollar su cultura o escribir la historia de sus hijos. En otro momento, el Salmo 8º insiste en que somos como ángeles y dioses. Así estamos siempre reflejados, positiva o negativamente por la Palabra de Dios.

La profecía no es palabra de un individuo, sino el mensaje percibido en el corazón de todo lo que hay y que se proclama a voz alta porque lo reconocemos como la comunicación del mismo Dios. Isaías y Jeremías no se escondieron detrás de sus palabras, sino las escogían con cuidado por su impacto dramático. Elías y Eliseo tanto encarnaron la palabra del Señor en su acción que nos acordamos, no de sus escritos, sino de las estrategias que llevaron en contra de los gobiernos arbitrarios y malvados.

En esta época de la comunicación absoluta, todo parece exagerado y de poco sentido. Los lectores sonreídos de las noticias, sin motivos, nos hablan de asesinatos e incendios, pero como si los eventos no tuvieran nada que ver con nuestra marcada falta de solidaridad con los marginados. Entre una y otra propaganda de la MacDonald, no se menciona el hecho que el gobierno de los EE.UU. una vez más ha extendido su benevolencia al tercer mundo asegurandole el asesoramiento y venta de armas para sus guerras.
La profecía no es un aviso de los medios populares de comunicación, sino el comentario claro sobre los valores que se viven para promover la relación humana. Es la pregunta lanzada por Dios a los pueblos que suelen decirse hijos del Creador y Liberador, pero que nunca crean y jamás liberan a nadie. Por medio de la profecía, Dios nos recuerda la palabra inicial que nos hace organizadores del mundo y que nos relaciona con Dios y el universo.

Los profetas que hoy nos invitan a vivir las normas evangélicas no son siempre las personas que predican en templos o escriben los documentos episcopales y papales, sino otros que se paran en las calles en donde nosotros mismos tememos que estar y nos dicen palabras que nos hacen temblar, llamándonos así de la complacencia con que nos conformamos vivir.

Donaldo Headley



Derechos de Autor © 2012, Donaldo Headley.
Todos los derechos reservados.
Se concede permiso para la reproducción para uso personal o uso parroquial.


Arte de Martin Erspamer, O.S.B.
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
[“Clip Art” religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org/