Por la Iglesia: que alcancemos a compartir la misma mente de Cristo, ofreciendo nuestras vidas en el servicio de los demás.
Para coraje: que aceptemos la voluntad de Dios, confiándonos en la providencia de Dios, aún en los sufrimientos y rechazos.
Por todos los cristianos: que, recordando la muerte y la resurrección de Cristo, reconozcamos el poder de Dios para llenarnos y levantarnos en cuanto que nos sacrificamos.
Por todos los Elegidos y Candidatos: que entren siempre más profundamente en el misterio del amor incondicional de Dios en las celebraciones de la Semana Santa.
Por todos los que tienen que cargarse con su cruz cada día, especialmente padres y madres con niños enfermos, los perseguidos por su fe y los con enfermedades graves: que Dios les fortalezca con su presencia, animándoles en los retos diarios.
Por todos que cuidan a los que mueren y a sus familias: que sean señales del amor de Dios para todos que enfrentan la muerte.
Por todos los condenados a la pena de la muerte: que el Espíritu de Dios les guíe a una conversión para una nueva vida.
Por los presos detenidos injustamente: que Dios les dé la esperanza, guiándoles a la libertad.
Por todos los abandonados o traicionados por su familia o amigos: que el Espíritu de Dios les consuele, ayudándoles mantenerse en la verdad.
Por los políticos y los empresarios: que Jesús les enseñe como ser servidores, dando la prioridad a las necesidades de los más débiles.
Para la reforma de la inmigración: que el Espíritu les inspire al Congreso y a la Administración a cuidar a todas las personas en riesgo, respetando la dignidad de todos y todas.
Por todos que trabajan en el sistema de la ley, por jueces, abogados y jurados: que siempre respeten la dignidad de todas las personas—los acusados y los demandantes—para descubrir la verdad.
Para más respeto para la vida humana: que todos honremos el misterio de la vida humana en todas las etapas.
Para la paz y el fin de la violencia, especialmente en la Tierra Santa y todo el Medio Oriente: que la muerte de Cristo convierta nuestros corazones de la violencia para buscar nuevas soluciones a los conflictos.
Por todos que han muerto: que encuentren la plenitud de la vida en la presencia de Dios.
